Romper el silencio: Las plantaciones industriales de palma aceitera y caucho generan hostigamiento, violencia sexual y abuso contra las mujeres
La vida en torno a las plantaciones industriales de palma aceitera y caucho está signada por la violencia. Es la misma realidad que se sufre en África occidental y central en los últimos años, donde los gobiernos han otorgado a empresas de plantaciones concesiones que abarcan hasta cuatro millones de hectáreas de tierra para la expansión de plantaciones industriales de palma aceitera.
Cuando estas plantaciones industriales invaden tierras comunitarias, se produce un aumento drástico de la violencia sexual, la violación y el abuso contra mujeres y niñas. Esto sucede dondequiera que se establezcan plantaciones industriales, independientemente de si el cultivo de la plantación es palma aceitera o caucho.
La mayoría de las mujeres que sufren casos de violencia sexual en estas plantaciones industriales o en sus alrededores, sufren en silencio. Son pocas las que denuncian los casos de agresión, violación o acoso sexual, por temor a sufrir represalias y nuevos abusos por parte de las autoridades y el personal de la empresa. Esto, a su vez, expone a las mujeres a mayor violencia sexual y abuso, ya que los perpetradores no tienen prácticamente ningún riesgo de ser responsabilizados por la violencia que infligen a las mujeres. La situación de las mujeres se agrava por las normas culturales que estigmatizan a las mujeres violadas, las culpan del ataque sufrido y someten a sus familias a la vergüenza. Con demasiada frecuencia las mujeres sufren no solamente en silencio sino también solas.
El acoso y la violencia sexual afectan a las mujeres que trabajan en las plantaciones industriales, al igual que a las mujeres y las niñas que viven en estas plantaciones y alrededor de ellas y que tienen que usar los caminos que pasan por las plantaciones para llegar a sus campos, a sus fuentes de agua, a el mercado de la ciudad, a la escuela más cercana o a visitar sus parientes en los pueblos vecinos.
Los administradores y los guardias de seguridad de las plantaciones aumentan los riesgos de violencia sexual, violación o acoso a las mujeres porque usan sus posiciones de poder para llevar a cabo estos actos, o bien permiten que tales actos ocurran sin consecuencias para el abusador. “Nuestras mujeres lloran mucho”, comentó una vez un jefe tradicional de Camerún. La situación de “todo el mundo sabe, pero nadie habla de ello” es generalizada, y debe terminar.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, nos unimos a mujeres de todo el mundo que se ven afectadas por la violenta expansión de las plantaciones industriales de palma aceitera y caucho y que piden nos movilicemos para:
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